La quinta de la discordia 

socorro

La cosa es así, ¿viste?, viendo y considerando tanta fiesta clandestina en la Costa y tantas cosas raras, preferimos con mi marido alquilar una quinta. Sencillita y acá nomás. 

¿Un mes?, no querida, no somos potentados. Una semanita y gracias, y bien que nos salió un ojo de la cara, pero algo teníamos que hacer este verano, algo para salir de casa y estar cuidados. 

¿Qué pasó con los chicos?, ya que seguís preguntando, te sigo contestando...

No los entiendo a estos chicos de hoy, pero para ellos ir una semana a una casaquinta con pileta y con mucho verde es un bodrio, o el bodrio es ir con los padres. 

Estos se imaginaban que íbamos para la Costa, ¿viste que siempre vamos a San Bernardo nosotros?, no se imaginaban el cambio de planes. 

La cosa es que le explicamos que es mejor este verano es estar en una quinta y bla, bla, bla…

Después de un rato la entendieron y se dieron cuenta que es mejor eso a quedarse en casa. Era la quinta o nada. 

Vieron las fotos y les gustó el lugar, y si no les gustaba era lo mismo, no están en condiciones de ser tan exquisitos. 

El punto fue que cada uno pidió ir con un amigo. La más chica que es cero amiguera, quería llevar a su nueva mejor amiga, pero le dijimos que no, que no había lugar. 

El más grande pidió que llevemos a un amigo de él, que es tan pajarón con él. Pero a pesar de que se puso caprichoso el grandulón, entendió. 

Finalmente y luego de los berrinches adolescentes, la hija de la pavota, o sea yo, me terminé encargando de todos los bártulos. 

Estos chicos se arman su mochila y a otra cosa, pero al menos se encargan cada uno de lo suyo, no le pidás más que eso. 

Mañana mismo arrancamos, cargamos todo en el auto y a cambiar de aire por una semana, en todos días, una quinta acá nomás es como estar en Aruba. 

¿Si va a ir mi hermana y mi cuñado?, no querida. No van amigos de los chicos y menos mi hermanita y mi cuñado con sus raras costumbres. 

La quinta es para cuatro, cinco o más son multitud.  

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