Testigo de la magia Pancho Torres, amigo de la infancia y vecino de Diego, contó cómo era Pelusa a los 12 años. "Nunca vimos algo igual. Los pasaba a todos por encima", relató.
La cuna del mejor futbolista de la historia fue Fiorito. Allí, entre tierra y pastizales se formó el hombre que hoy despide una multitud en la Casa Rosada y otros miles lloran en cada rincón del país.
En ese Fiorito natal fue donde hizo sus primeros amigos y también los primeros amagues. Solo unos pocos son testigos de aquello. "Pancho" Torres, vecino de Azamor al 397, a 150 metros de la casa de los Maradona, disfrutó de esa historia en primera persona y hoy tiene los recuerdos a flor de piel.
Medio entre risas, medio entre llantos, contó los pormenores de ese Diego, al que aún llama "Pelusa", como lo conocían todos en el barrio. "En Fiorito había mucho campo a finales de la década del '60 y ahí lo veíamos hacer su magia. Nadie le sacaba la pelota y nunca vimos algo igual. Los pasaba a todos por encima. La agarraba y la llevaba atada. En ese momento no conocía lo que era un imán pero hoy a la distancia es lo que más se asemeja al control que tenía", contó Pancho, quien en pocas semanas cumplirá 60, igual que Diego en octubre pasado.
Francisco llegó a Fiorito desde Chaco en 1967 y vivió toda la vida a una cuadra de lo de Chitoro y Doña Tota. Jugaba con los chicos del barrio y hasta tenía cierta pica con Diego por ser "de la otra cuadra". "Jugábamos atrás de la casa de él porque había un baldío de tierra y esa era la canchita. Andábamos con mis primos y hermanos por el barrio. Me acuerdo que una vez le robé una gomera a Pelusa como parte de una maldad y, después, un 24 de diciembre a la noche, pasamos a saludar por la casa de ellos porque eran vecinos y me acuerdo que, cuando entré, Diego me miraba con bronca porque no se olvidaba lo que había pasado, una travesura de nenes", recordó.
Si bien en esos comienzos en el baldío ya se notaba la diferencia de Diego con el resto, la verdadera magia se vio en el cuadrante que hoy forman las calles Plumerillo, Chivilcoy, Murature y Morse. Allí empezó a practicar el gol que, en 1986, se convertiría en el más impresionante de la historia del fútbol. "En Fiorito, el gol a los ingleses se lo vimos hacer 50 veces. Un amigo que falleció y que era amigo de él, siempre le decía que estaba tocado con una varita mágica, porque no se la sacaba nadie la pelota. Tenía un dominio tremendo. Me acuerdo que se mordía la lengua y hasta llegar al otro arco no paraba. Y acá en Fiorito había patadas de verdad, planchazos, le hacían cualquier cosa pero sus ganas de tener la pelota en el pie eran más fuertes. Por eso después cuando fue profesional se aguantaba de todo", resaltó Pancho.
Por estos días, Pancho, que jugaba para Valencia -el otro equipo de ese Fiorito- está a cargo de las canchas de Estrella Roja, donde empezó a jugar Maradona. Y ese nombre no es casualidad, sino una marca que acompañaría a Diego durante toda su vida. "Chitoro le pone el nombre al equipo porque era fanático del Che Guevara. Después Diego se lo tatuó en un brazo. Él se crió con la noción de que el Che era el Robin Hood argentino. Yo digo que Pelusa es nuestro súper héroe terrenal, de carne y hueso, salido de la mejor villa del mundo", dice Pancho.
En ese instante es donde se le quiebra la voz y deja en claro el valor que le dio el 10 a un lugar humilde y alejado de las luces de la ciudad. "Acá había una quema, había pastos altos y tierra. Éramos y seguimos siguiendo los villeros. Y Maradona fue el tipo que nos hizo famosos. Nadie hubiera pensado que alguien salido de esta villa hubiera podido conquistar el mundo. Pero Pelusa lo logró tan solo sabiendo jugar al fútbol y ese es nuestro mayor orgullo", cerró.