Obituario
José “Sandy” Sandoval, un multifacético artista de Lomas de Zamora y un trabajador del Teatro del Municipio, falleció este lunes en la víspera de cumplir sus 71 años, debido a complicaciones de su diabetes y luego de una internación en el Hospital Gandulfo.
Hijo de un santiagueño y de una tucumana, nació y pasó sus primeros años en el Centro porteño, hasta que recaló con su familia en el Barrio San José, donde “por adopción” se transformó en un vecino más y donde vivió hasta sus últimos días.
“Nací en Esmeralda y Paraguay, le agradezco a mi padre que haya comprado ese terrenito”, le contó este artista en una entrevista para La Unión.
Además fue el hijo único de ese matrimonio que se afincó en la región. “Después de que nací yo, mi vieja decidió cerrar la fábrica”, dijo con su chispa habitual.
BOMBOS Y PLATILLOS. Como tantos jóvenes de ayer, la batería llegó a su vida por Los Beatles y en especial por Ringo Starr y comenzó a meterse en el rock, como la “oveja negra”, en una familia de folkloristas.
En los ’60 y ’70, Sandy recorrió el círculo rockero, como La Cueva y La Giralda, donde hizo buenas migas con grandes del rock argentino, donde hizo buenas migas con Black Amaya, baterista como él, y con otros pioneros del rock argentino.
Luego formó parte de un sinnúmero de bandas de rock, blues y country, entre otros estilos, mostrando su talento como batero y también como cantante, tanto en inglés como en castellano.
En los últimos años de su vida fue parte de Cristian Luna & de Tock & Blues, entre otros tantos grupos.
MANOS A LA OBRA. Entre otras pasiones, Sandy es un notable dibujante y también tiene una gran capacidad para los retratos, aunque no le llegó por herencia familiar este talento.
Luego de vivir en el Centro, su familia se mudó a Rodríguez Peña y Santa Fe, pleno Barrio Norte, donde su padre trabajaba de encargado y Sandy tenía a disposición el sótano para realizar sus dibujos, luego de cumplir con la tarea escolar y ante la insistencia de su mamá que lo llamaba a comer, él seguía con sus creaciones.
En este nuevo departamento, el kiosquero le prestaba las revistas de historietas y guardaba en su memoria a los personajes para copiarlos de inmediato.
“Hacía los dibujos de los personajes de los radioteatros, incluso llegué a hacer los mapas para la escuela”, le contó a este diario.
Al instalarse en la región, continuó con su aventura y era común verlo hacer sus creaciones en el Café Dalí y llegó a exponer en el Teatro del Municipio, con una nutrida afluencia de público.
“Soy historietista y también hago retratos en base a la observación, también puedo hacer paisajes de esa forma. También hago dibujos para tatuajes, para que luego los copie un tatuador. Me gusta que alguien se lleve un dibujo mío hasta la tumba”, dijo en una oportunidad.
EL RECUERDO A UN GRANDE. Al conocerse la muerte de Sandy, desde las redes sociales se lo comenzó a recordar con enorme cariño y también algunos que lo conocieron bien de cerca dejaron sus sensaciones.
“Fue un eximio dibujante, un tipo con una energía permanente. Cuanto tocaba con una banda, era el primero en llegar y el último en irse. Un tipo muy querible y con demasiado talento”, dice Nicolás Cesare, director del Teatro de Municipio.
Matías Gasparrini, subsecretario de Cultura, lo recordó con un posteo en su cuenta de Instagram.
También lo recordó Daniel Bastías, a cargo de El Refugio, donde este artista era un habitué. “Sandy fue mi amigo. Uno de los tipos más generosos que conocí en mí vida. Me duele el alma, se nos fue el último rockero”, d