Una fecha especial El 24 de julio de 1993 y frente a una multitud, el club volvía a abrir sus puertas para disputar un partido oficial después de la quiebra. La fecha y el vínculo con un momento crítico quedaron en el recuerdo y hoy se festeja que el corazón Celeste sigue latiendo.
“Para vos que estuviste en las malas, que bancaste y luchaste. Para vos que sufriste. Para vos que dejaste todo, solo por amor. Para vos que lo lograste. Para vos que te lo contaron y te sentís parte. Para vos, 'Gasolero', 'Gasolera', un muy feliz día”. Esto publicó el Celeste en sus redes sociales en referencia al 24 de julio, la fecha en que se conmemora el “Día del Hincha de Temperley”.
La razón es muy sencilla y tiene un tinte emotivo que justifica el festejo. Un sábado 24 de julio de 1993, el club volvía a abrir sus puertas para que los hinchas revienten de calor las tribunas en el más fuerte tono celeste. En el medio habían pasado dos duros años donde la quiebra no permitió las actividades ni el movimiento social que luego llegaría en masa con su reapertura.
En ese camino también se harían populares los apellidos de cinco hinchas (Ahuali, Pecorelli, Colas, Romano y Allende) que pasarían a la historia grande por poner en garantía sus propiedades, en una clara muestra de amor incondicional por la institución y los colores. Cientos más se sumarían a la causa que se haría realidad una tarde en que Walter Céspedes marcaría un gol, quizás de los más gritados por los hinchas, para ganarle a Tristán Suárez en la Primera C.
“El Día del Hincha de Temperley es el cumpleaños de alguien que estuvo en terapia intensiva y hoy está lleno de vitalidad, con 24 disciplinas, con un jardín de infantes, y poniéndole el pecho a una situación más que delicada con todo el honor del mundo”, recalcó Alberto Lecchi, reconocido hincha y expresidente de la institución.
En la relación con este cierre por la cuarentena y aquel, comentó: “La cosa es bastante distinta a lo que vivíamos por aquellos días. Aquella vez las puertas estaban cerradas y no había futuro. Hoy, a pesar de lo que pasa, el club está fuerte y cumpliendo un rol social vital, recibiendo a personas en situación de calle, de brazos abiertos a la comunidad, como debe ser”.
Aquellas penurias de los días más oscuros quedaron aún más en el pasado en el último tiempo. El crecimiento institucional, la masa societaria, las obras de infraestructura, los años en Primera División y tantos logros más dejan en claro que, aquella frase que se popularizó entre tribunas y pasillos del Beranger, era verdad: “La pasión no quiebra”.