Gajes del oficio
El viejo y querido email, correo electrónico, o como quieras llamarlo, tiene su primer antecedente en los ’60, cuando lograron enviar información de una computadora a otra, pero el gran público comenzó a usarlo varias décadas después.
Incluso el e-mail es anterior a la invención de internet, aunque parezcan que irrumpieron en el mundo muy tomaditos de la mano. Es más, la película romanticona “Tienes un email”, con Meg Ryan y Tom Hanks, data de 1998, y publicitaba este medio electrónico en boga en aquellos días desde su título.
Cambia, todo cambia, y los alumnos en edad escolar no son muy habitués al mail, ni hablar los adolescentes de la secundaria, que lo ven como una vieja pieza de museo ante el avance imparable de nuevos medios electrónicos.
Superlógico que tiene más onda comunicarse como Instagram que andar mandando un mail, para ellos es como un teléfono fijo y de esos a disco.
Pero en tiempos de Coronavirus y en el ámbito escolar, el correo electrónico es una plataforma estrella, al margen de la inmediatez que puede tener un ida y vuelta por WhatsApp o por otros medios.
El e-mail es una herramienta piola con la que se pude mantener la comunicación con las familias y alumnos y controlar el desempeño académico en estos días tan particulares. Con este sistema tan elemental, los profesores preparan mails a diario en los que especifican la tarea y en un solo envío lo tienen todos los integrantes del curso en su respectiva casilla.
Todo lo que va, se supone que vuelve, y en algunos casos implicará que los estudiantes adjunten alguna foto u otro archivo complementario para enviarle un mail a su respectivo docente. En todo este hilo de mensajes, los padres pueden expresar si vieron las dificultades a sus hijos y resolver las dudas que tengan.
Mientras algunos agoreros ya lo daban por muerto y enterrado, debido a las nuevas herramientas que parecía que le ganaban la partida, el email está vivito y coleando.
Al menos en esta pandemia y como herramienta para muchos docentes y alumnos, volveremos a la sana y vieja costumbre de chequear los ma