A 110 AÑOS DE UNA DE LAS TANTAS TRAVESÍAS QUE MARCÓ A LA CIUDAD
Una hazaña quedó grabada a fuego hace 110 años. A bordo del globo "Huracán", el 12 de mayo de 1910, Alejandro Amoretti, uno de los grandes compañeros de Jorge Newbery, voló desde el Parque Aerostático de Belgrano hasta Lomas de Zamora. Un viaje que, según los registros de época, fue toda "una aventura", de ésas que enamoraban a Julio Verne.
Al cumplirse un nuevo aniversario de este acontecimiento, Norberto Candaosa, miembro del Instituto Histórico Municipal, rememora aquellas travesías que sorprendieron a muchos por aquellos años. "Hubo tres o cuatro viajes de esta naturaleza a Lomas", asegura. "Este entretenimiento o deporte era algo que practicaba la gente de muy alto nivel social", aclara
Una de las primeras incursiones en "aerostat" que terminó con un aterrizaje en el Distrito ocurrió el 25 de mayo de 1908. A bordo de "El Pampero", Horacio Anasagasti y Eduardo Newbery partieron de la Quinta Los Ombúes, propiedad del financista Ernesto Tornquinst, y tras recorrer alrededor de 25 kilómetros cerca de las nubes, desembarcaron en la zona.
El "Pampero" había sido importado al país por el aristócrata Aarón Martín Félix Anchorena. Cuando sus padres lo enviaron a estudiar a Europa, el joven se entusiasmó con los aerostáticos en París y se compró uno que se usó siete veces, hasta su trágico final.
El sábado 17 de noviembre de 1908 el "Pampero" navegó por los cielos hasta desaparecer. En la barquilla viajaban Eduardo Newbery, hermano menor de Jorge, y Eduardo Romero. Se mantuvieron a corta distancia de la tierra durante casi una hora, hasta que enfilaron hacia el Noroeste. Pasaron por San Martín, San Miguel, y nunca más se los volvió a ver.
Durante esos primeros años de experimentación de la aviación nacional, los globos no eran del todo manejables, como ahora. "Dependían de adonde iba el viento y de otras condiciones atmosféricas que los llevaban", explica Candaosa. "Los tripulantes tenían alguna posibilidad de control, de manejo, pero no muchas", precisa.
Según recuerda el historiador, los aerostáticos "generalmente salían de los lugares donde había provisión de gas". En Belgrano había una fábrica muy importante, en Lugano también. "Se inflaban allí, se soltaban la amarras y partían", ilustra.
Desde allí, según los registros del Parque Aerostático de Belgrano, ascendió otro de los vuelos que aterrizaron en la localidad de Llavallol. Más precisamente "en la propiedad del señor Correa Luna", según consigna el diario La Nación del 25 de abril de 1910.
El "esférico Buenos Aires" sobrevoló durante una hora y 40 minutos la zona de Chacarita, Flores, Ramos Mejía y Lugano hasta llegar por estos lares, según los registros oficiales.
Estuvo tripulado por Felipe Madariaga, Juan Fitz Simón y por el abogado y político socialista Alfredo Palacios. Quedó en el tercer puesto en la carrera denominada la Cacería del Zorro.
"Estamos hablando de fines del siglo XIX, principios del siglo XX, una época de bonanza para ese grupo social y para el país (...) Los viajes no eran para llevar una carga, un mensaje urgente o una encomienda, sino un entretenimiento de ese grupo social", señaló.
El deseo de volar es algo que ha obsesionado al hombre desde incluso antes del nacimiento de la historia. Huellas de esto existen desde la mitología griega y la figura de Ícaro.
Después de que ese sueño se hiciera realidad con la primera ascensión de los hermanos Montgolfier el 4 de junio de 1793, en muy poco tiempo estos viajes se pusieron de moda. "Eran toda una novedad. Elevarse en una altura, era una cosa inimaginable", relata el integrante del Instituto Histórico Municipal de Lomas de Zamora.
Uno de los últimos vuelos sobre el que se tiene registro estuvo a cargo de Jorge Newbery. En una hora y 35 minutos, el piloto y aviador llegó a Banfield y aterrizó en una zona de quintas. Para entonces, los viajes en globo se habían hecho una costumbre y llegaban a Monte Grande, Cañuelas, Wilde, Dock Sud, pero en Lomas ya habían dejado una huella.