¡Socorro, los chicos de vacaciones!
¿Te acordás que te dije que estos dos nos pidieron permiso para ir a una fiesta a la casa de no sé quién y no sé dónde?
Ah, no me acordaba que durante toda la semana te estuve hablando de lo mismo, mildis querida, a veces me pongo un poco monotemática, a veces nada más.
Como soy remoderna, a pesar de que vos no me creas, los dejamos ir a los dos, iban de acá con otros pibes del barrio. Me actualicé, hasta cambié los lentes negros, dejé de usar unos que tenía desde los ‘80.
Tan moderna no soy, porque les di dos millones de recomendaciones, tampoco me gusta que dejan mal parada a la familia en casa ajena, ¿qué van a decir de una?, hay que cuidar la imagen.
En fin, la cosa es que se fueron en barra con mucho entusiasmo y volvieron con los mismos integrantes de la barra, más o menos como se fueron, más cansados, lógico. Medio que se fueron derechito al sobre, sin mediar mucha palabra.
¿Si los maté a preguntas?, más vale, les pregunté todo lo que te podés imaginar y más también, parecía una fiscal, como en la pelis, un interrogatorio de aquellos.
¿Qué si me respondieron todo? ¡Qué esperanza! Esperé a que se levantaran y que desayunen, casi al mediodía claro, y ahí los agarré a los dos porque todo bien con estas decisiones liberales, pero yo también quiero saber qué pasó en la fiesta.
Con tirabuzón les saque algunas cosas, me contaron bastante igual, más de lo que esperaba, quizás me equivoco en las formas, no les doy su tiempo, pero ya me va a salir.
En un momento, la nena levanta la cabeza del tazón del café con leche y lanza un discurso: me dice que está bien el diálogo entre padres e hijos, pero que tampoco se acordaba de memoria todo lo que había pasado.
El otro grandulón, con su facilidad de palabra, se limitó a un “¡sos ploma, Ma!”, y siguió mojando la medialuna en el café con leche.
Después se soltaron y no pararon de contar, me di cuenta que mejor dejarlos un poco más tranquilos, sin hacer pregunta tras pregunta.
Ah, obvio que les pregunté sobre cómo era la casa, sobre los padres de sus amigos anfitriones y ahí se cortó el diálogo. No me salieron nada chusmas estos pibes, ya para eso estoy yo.
Bah, una quiere saber cómo es esa otra familia que no conocemos, cuántos son, cómo viven, de qué trabajan, si tienen mascotas, si son muchos hermanos, eso tampoco es ser tan chusma, es simplemente querer estar informada, como para saber con quiénes andan. Calculo que los demás padres habrán hecho lo mismo cuando la fiesta se hizo en mi casa.
En fin, la cuestión es que aprobaron otro examen, no nos podemos quejar. Mi marido me dice que son cosas de edad que les demos libertad, que se ganaron nuestra confianza.
Ahora los veo cuchichear, me parece que se viene otro pedido, pero vez no me van a agarrar despreven