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Sin merecerlo, Lanús cayó en Brasil y define en el Sur

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El Granate se replegó en su campo y cumplió bien la tarea, pero sobre el final, Gremio encontró la ventaja. La definición será en Guidi y Arias.

En un partido muy cerrado, Gremio logró un triunfo ajustado por 1 a 0 ante Lanús en la primera final de la Copa Libertadores en Porto Alegre. Ante un estadio repleto alentando por el equipo local frente a un puñado de cuatro mil hinchas Granates, poco influyó el clima de los brasileros en el equipo de Almirón. Parecía como si esta fuera la cuarta o quinta final de Copa Libertadores que jugaban. Firme en la marca, seguro en el campo, prolijo en todas sus líneas, con el libreto de la tenencia de pelota que lo caracteriza, quizá retrasado y en funciones más defensivas que de las otras. Nada que reprocharle. El rival, tibio. Tratándose de partidos de local y de visitante, la obligación era de Gremio y jamás le hizo sentir el rigor porque no encontró los caminos y porque Lanús hizo bien las cosas. De a ratos logró acorralarlo con alguna pelota parada y sobre el final con dos distracciones Granates, pero sin más. El equipo de Almirón lo tuvo siempre a buena distancia como para evitar problemas. Lo más claro en la primera etapa fue del Granate. A los 33 minutos, Marcelo Grohe (destacado por todos como el mejor arquero del certamen) le sacó un remate cruzado a Martínez que llevaba cierto peligro y a los 39, salvó una chance aún más nítida tras sacarle un cabezazo notable a Braghieri en el primer palo. Con ello, la serie habría tomado otro color. En el complemento, Gremio empezó a encontrar algunas fisuras en la defensa de Lanús y por eso contó con varias oportunidades en el arranque sin ser aplastante. Un remate de Bruno Cortez a los once minutos y un cabezazo de Jailson a los 17 fueron lo más peligroso. Lanús, casi por instinto y esperando el lógico avance del elenco brasilero, se replegó en su campo y no atacó. Grohe fue un espectador de lujo y, esa postura del equipo de Almirón tuvo sus consecuencias. Gremio no supo cómo jugar un partido hostil ni tuvo las destrezas individuales para romperlo. Por caso, Luan, la gran figura, no apareció. Tampoco hubo habilidad colectiva: ni paredes, ni triangulaciones, ni movimientos que rompan líneas. Dentro de ese panorama, es decir, así y todo, el equipo brasilero lo ganó: un pelotazo a los 37 minutos, un cabezazo que desvía la pelota y Cícero frente a Andrada definió con lo justo. Fue eso y nada más. La final está abierta y se define en Guidi y Arias.

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