La Unión | Maestro ciruela

Sabelotodo

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Hay una suerte de especie de alumnas y alumnos que lo más parecido a la Hermione Jean Granger en la saga de Harry Potter, surgida de la pródiga pluma de J.K. Rowling y luego llevada al cine con gran suceso.

Estos estudiantes prodigio ante cada pregunta del docente levantan la mano en tiempo récord para responderla con una eficacia próxima a la perfección, casi sin margen de error. Si no es gol, dará como mucho en el palo, pero nunca irá afuera.

Estos verdaderos sabelotodo, que emulan al personaje que consagró a la fama a Emma Watson, lejos de conspirar contra el normal desenvolvimiento de la clase o el trabajo del docente, son los que evitan una y otra vez que un cantar de grillos invada el aula, ante el silencio general de resto de sus compañeros.

Este monopolio natural de los saberes puede generar entusiasmo en el resto de los alumnos, que admiran a estos bochos, que siempre están presentes en cada curso argentino.

De todos modos, también se produce cierto recelo de algunos y esto se comprueba con comentarios que se escuchan por lo bajo, con sutiles murmullos.

Esta clase de alumnos sabelotodo, que por lo general no son arrogantes, responderá todo (pero todo, eh) como si fuera una especie de Google de carne y hueso.

“¿Cuál es la capital de Estonia?”, pregunta la profe de Geografía y una sabelotodo responderá “Tallin” con total naturalidad, como si se hubiera preguntado de qué color era el caballo blanco de San Martín.

Cuando arremeten con estas respuestas, esta clase de estudiantes levanta la mano derecha con cierta timidez mientras toda la clase ya la apuntó con la mirada antes de que abra la boca.

También estarán siempre listos para recordar que NH3 es la fórmula del amoníaco, que Tiberio fue el sucesor de Claudio y también tendrán en mente todas las conjugaciones verbales de la lengua castellana y en otros idiomas.

Estas chicas y muchachos son potenciales participantes de programas de preguntas y respuestas y tienen grandes chances de ser ganadores, tal como lo fue en su niñez Claudio María Domínguez en “Odol Pregunta”, el histórico ciclo que conducía Cacho Fontana cuando la televisión era en blanco y negro.

“¿Decime una cosa, cómo hacés para saber tanto, eh? Explicame la fórmula para saber al menos un cacho de todo lo que sabés vos”, le consultará, con el ceño fruncido, Fernández durante el recreo a un sabelotodo que se sienta a un par de bancos de distancia.

Mientras que el superbochito responderá ante esta requisitoria y con total humildad: “Me gusta leer, busco en Internet, miro documentales, tengo buena memoria además, eso”.

Mientras escucha la respuesta, su compañero aguarda que termine el recreo para que en la próxima interrogación del docente vea de nuevo a ese geniecito alzar la mano y responder bien, claro.

 

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