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Petra Harlieb y "Mi maravillosa librería", un relato actual

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El libro desmiente la idea romántica de lo que es un librero en el siglo XX y arriesga una idea de lo que será un librero en el XXI.

En "Mi maravillosa librerí­a", la alemana Petra Hartlieb narra su experiencia al frente de una librerí­a independiente en Austria, logrando un libro inusual para los amantes de la lectura ya que desarma la figura romántica del librero del siglo XX para delinear un retrato vital del oficio en tiempos de internet, desconcierto económico y globalización.

El libro, editado por el sello español Periférica, no fue idea de Hartlieb ("Soy definitivamente demasiado joven para escribir una autobiografí­a", advierte la escritora a Télam) pero sí es un retrato fiel de su vivencia como librera luego de haber pasado por varios oficios que la colocaron del otro lado del mismo mostrador (crítica literaria, periodista y coautora de novelas policiales).

Una experiencia que adquiere de manera mansa aunque determinante cuando en 2004, con 37 años, pareja y sueldo estables, dos hijos y un perro pequeños deja su Munich natal y parte hacia Viena, ciudad donde se crió, para montar una local con todo ese equipo y acólitos colaboradores que se irán sumando en el camino.

En la Argentina, un país cuya capital encabeza el ranking internacional de librerías -la ciudad de Buenos Aires tiene 25 cada 100 mil habitantes, según el World Cities Culture Forum-, la historia de Hartlieb plantea claroscuros y contrapuntos a veces intraducibles a la experiencia latinoamericana.

Buenos Aires cuenta con un reconocido y diverso circuito librero alternativo donde algunos locales perduran e el tiempo y se afianzan, como Fedro o Eterna Cadencia, y otros nuevos prosperan, como Waldhuter, lo que no varía es el valor del trabajo colectivo. Tanto en Austria como en la Argentina, en uno y otro punto del mapa social, económico y cultural, la red comunitaria es clave.

"Hemos pujado con un dinero que no tenemos por una librerí­a que está en una ciudad donde no vivimos. Y la hemos conseguido. ¿Y ahora qué? Pues ahora tenemos que apechugar", escribe Hartlieb como introducción a la epopeya cotidiana y austríaca que será la puesta en marcha del proyecto.

Desde la pintura y el cableado, pasando por el personal, y hasta descifrar los gustos lectores, Hartlieb narra una cruzada que para ella y la comunidad de la librería que llamó con su nombre, Hartlieb Bücher, significan pertenencia, identidad y una manera amena de vivir.

Las librera y escritora alemana repasa la década transcurrida desde que adquirió el local parada en la trastienda -tensiones familiares, problemas técnicos, falta de sueño, balances, libros que se acumulan-, y cuenta cómo convirtió una librería barrial tradicional en lo que hoy es una parada obligada para cualquier visitante del circuito librero de Viena.

-Télam: Por un lado el libro desmiente la idea romántica de lo que es un librero en el siglo XX y arriesga una idea de lo que será un librero en el XXI. ¿Qué significa ser librero hoy?

-Petra Harlieb: Hoy hay que ser mucho más que un vendedor de libros. Antes de Internet alcanzaba con tener un negocio acogedor y leer un montón de libros. Ahora, para ser un buen librero, hay que ser narrador, psicólogo, experto en marketing, periodista y una especie de enfermero especialista en tercera edad y niños.

-T: La historia en este libro parece ideal: una empresa donde el esfuerzo, aunque grande, tiene recompensa. ¿Cuáles creés que son los principales desafí­os para un librero independiente?

-PH: Una librerí­a es algo más que un lugar donde ir a comprar libros, es el centro de la vida social del barrio. Nosotros rescatamos el encanto romántico de una vieja librerí­a y lo combinamos con tecnologí­a moderna. Incluso en Austria, con una economí­a estable y un negocio bien ubicado, es mucho trabajo montar y mantener una librería independiente, y además no vas a ganar mucho dinero. Solo podrás sobrevivir si se trata de una pasión verdadera.

-T: El libro habla también sobre el hecho de ser emprendedora y madre al mismo tiempo. ¿Qué implica esa dualidad?

-PH: Hay un proverbio que dice que se necesita a todo un pueblo para criar a un hijo, y así­ es como viví mi vida. Tuve a mi primer hijo Jan bastante joven y lo crié como madre soltera junto a muchos amigos, por lo que estaba acostumbrada a improvisar, haciendo malabarismos entre los roles de madre y emprendedora. Y por supuesto que cuento con mi marido, que siempre me apoyó.

-T: ¿Cuál es la esencia de una librerí­a independiente hoy?

-PH: Tiene que ser un lugar donde la gente se encuentre, se conecte, donde en el mejor de los casos puedan surgir nuevas amistades y colaboraciones.

-T: ¿Cree que es lo mismo leer en papel que en formato digital?

-PH: No suelo leer ebooks, necesito sostener el libro en mis manos. Cuando lo hago con un lector electrónico tengo la impresión de que el texto no me llega de la misma manera.

-T: ¿Así de importante es el libro-fetiche en un proyecto como este?

-PH: En una librería como la nuestra todo lo que importa es el libro: su olor, la manera en que se exhibe en las bibliotecas y estanterí­as... se trata de crear una atmósfera especial donde el libro sea protagonista, junto a los lectores.

-T: ¿Cuáles son las ventajas de una librería autónoma sobre una de cadena?

-PH: Para los clientes la ventaja es, por supuesto, la atención individual y personalizada, porque conocemos sus gustos. Este es un negocio basado en la colaboración colectiva, así­ viví­ toda mi vida y ese sistema adopté; se trata de dar para recibir. El otro dí­a un amigo psicoanalista me contó que estaba usando mi libro para ayudar a mujeres con deseos de comenzar un negocio propio. Me puso muy feliz el hecho de poder inspirar y empoderar a la gente para hacer que sus deseos se hagan reali

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