Otro paso para atrás

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Suelen decir que los cambios deben comenzar por casa, que cada granito de arena suma.

Por Micaela Gómez

Cada vez son más las iniciativas domésticas y barriales que intentan generar un cambio en las conductas de los vecinos concientizando sobre el reciclado y la conservación del medio ambiente.

No obstante, el trabajo de miles de personas alrededor de todo el mundo podría verse opacado e inutilizado por las actitudes de las grandes potencias, quienes contaminan sin tener en cuenta las consecuencias a futuro.

Cumpliendo una promesa de campaña un poco egoísta, Donald Trump sacó a Estados Unidos del Acuerdo de París, una iniciativa adoptada por 195 países en 2015 y cuya aplicabilidad sería recién en 2020.

El tratado busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, que son los principales causantes del calentamiento global. No obstante, aplicar políticas eco amigables desde los estados podría perjudicar a algunos de los grandes empresarios, aliados de los mismos gobiernos, pero ¿es más importante la ganancia política que el costo ambiental?

Si bien no contabiliza en las arcas públicas ni privadas, el aumento de la temperatura en el planeta no es un asunto menor, como tampoco lo son sus consecuencias cada vez más graves y notorias que derivan en catástrofes naturales. Extensas sequías que causan hambruna; tormentas que derivan en grandes inundaciones; epidemias como el mal de chagas, el dengue o la malaria; o incluso la escasez de agua potable son consecuencia directa de la acción del hombre sobre la tierra, que es el mismo que puede hacer algo para que la situación no siga empeorando.

Al renunciar al Acuerdo de París -cuyo objetivo es mantener el aumento de la temperatura este siglo por debajo de los 2 grados centígrados- Estados Unidos se sitúa a la par de países como Siria y Nicaragua, los únicos dos que quedaron fuera del convenio que ya fue ratificado por más de 140 gobiernos.

Lejos de la sorpresa, no resulta raro leer que Estados Unidos sea uno de los principales causantes del calentamiento global, posicionado como el segundo emisor de dióxido de carbono por detrás de China. Fue el convenio entre Washington -desde la anterior administración de Obama- y Pekín el que allanó el camino para llegar al acuerdo de París tras el Protocolo de Kyoto.

En aquel entonces, con otras intenciones a largo plazo, Estados Unidos se comprometía a reducir las emisiones de CO2 entre el 26 y 28% para 2025. La salida de la gran potencia no fue ni será desapercibida. Múltiples países ya se manifestaron en contra e intentaron que el gobierno de Trump diera marcha atrás con la decisión.

Una vez más, la postura de uno afectará a millones; quizá no hoy ni mañana, pero sí en un largo plazo, donde ya no sea reversi

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