Naturalizar la tragedia

.

 

Mientras algunos políticos celebran la triste noticia de que “hay un pibe más que está preso”, otros lloran el hecho de que hay una nueva persona desaparecida o peor, muerta. Con la ayuda de los medios y de las redes sociales, los casos se viralizan casi al instante, pero con el triste detalle de que ya no sólo se pide la aparición de aquellos que -por distintos motivos- fueron arrebatados de sus barrios y hogares, se pide la aparición con vida, llegando a la desafortunada conclusión de que la salida más frecuente es la muerte de quien está desaparecido.

Cada vez que leo esa frase, que escucho en la radio o en la televisión esa exigencia que debería carecer de sentido me entra un escalofrío. Todos sabemos cómo concluyen la mayoría de casos y lo aceptamos haciéndolo parte de nuestro discurso, explicitamos  que queremos que aparezcan con vida como si ésa fuese una condición extra a pedir, no lo que debería ser. Naturalizamos tanto el hecho que no encontramos otra forma de expresarnos.

Según datos oficiales de la Procuraduría de Trata y Explotación Sexual, hoy en Argentina hay más de 3.200 mujeres y niñas desaparecidas. Más de 3.200 personas sólo del género femenino. Sus búsquedas comienzan con fuerza en medios de comunicación y redes sociales, con marchas para visibilizar el caso y afiches por todo el barrio, pero a medida que van pasando los días el fuego de la lucha cesa y la esperanza queda guardada sólo en los familiares.

¿Qué pasó con Marita Verón? ¿Dónde está María Cash, cuyo padre murió buscándola y pidiendo a la comunidad que no pase un día sin que compartan su foto? ¿Qué me dicen de Érica Soriano, alguien la busca? ¿Y Sixto Benítez, el abuelo de Echeverría desaparecido desde principios de año? ¿Y Santiago Maldonado? La lista podría seguir y llena miles de renglones, con desapariciones variadas, con hipótesis muy diferentes: violencia de género, trata, violencia institucional, desorientación, secuestro... pero con una esperanza en común, que aparezcan.

“Si un día no vuelvo hacé mierda todo” es el cartel que se reproduce en todos lados tras la muerte de Anahí Benítez, es el pensamiento de miles de personas que descreen de quienes deben protegerlas, de quienes deben buscarlas hasta el hartazgo, que deben hacer todo lo que está en sus medios para hallarlas. Pero siempre comienzan tarde las pesquisas, siempre buscan al culpable cuando aparece el cuerpo, encuentran indicios de posibles culpables con objetos que ya tenían desde un principio cuando ya es demasiado tarde.

No hay prevención, no hay un plan para abordar la situación, sólo hay acciones para remediar, para buscar un culpable cuando ya nadie puede devolver la vida que nos fue arrebatada, y así terminamos pasando de pedir una aparición a sumarle el requisito de que sea con vida, a pedir aquello que nunca debería ser arrebatado.

Por Micaela Gómez 

Temas Relacionados