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Lula festeja 71 años en plena batalla judicial y lidera las encuestas para la presidencia

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El ex presidente cumplió 71 años con tres procesamientos en su contra que pueden bloquearle el camino al regreso a las elecciones de 2018, para las cuales es el líder en las encuestas.

El gran interrogante de la política brasileña se llama Luiz Inácio Lula da SIlva, quien este jueves cumplió 71 años en medio de una inédita situación judicial, con tres procesamientos en su contra que pueden bloquearle el camino al regreso a la Presidencia en las elecciones de 2018, para las cuales es el líder en las encuestas.

Apenas con festejos reservados e íntimos, e incluso con la visita de la destituida presidenta Dilma Rousseff, Lula pasa su cumpleaños en medio de batallas judiciales y mediática inéditas en toda su carrera, ya que por primera vez está investigado por corrupción por el juez al que recusó y denunció, Sergio Moro, del escándalo de Petrobras.

Este cumpleaños tendrá poco para celebrar: es el primero luego de la caída de Rousseff, su delfín político, y su ex ministro de Economía Antonio Palocci, su ex jefe de gabinte José Dirceu y el ex tesorero del Partido de los Trabajadores Joao Vaccari están presos por corrupción en el caso Petrobras.

Del otro lado, las elecciones municipales redujeron un 60% la presencia del PT en las alcaldías. Pero este escenario, que enfrenta a Lula con los grandes medios, contrasta con el arrastre popular que aún tiene en las encuestas.

"Toda la militancia de izquierda, no sólo del PT, se está organizando de manera espontánea en defensa de Lula y no apenas por causa de su cumpleaños. La injusticia de la que es víctima Lula golpea al Estado de Derecho de Brasil. Hay una estrategia de crear un enemigo desde las instituciones por parte de sectores judiciales y de la prensa", dijo el presidente del PT, Rui Falcao.

La crisis económica -la desocupación ha llegado a 12 millones de personas, un 11,8% de la población según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística- no se ha disipado con las medidas de ajuste que desde mayo viene aplicando Michel Temer, primero como interino y luego confirmado el 31 de agosto.

Lula está en el centro de la denuncia de la fiscalía de la Operación Lava Jato, que lo calificó de comandante máximo de la corrupción durante su gobierno, pero esa imputación no fue acogida por el juez Sergio Moro, quien lo procesó y le abrió un juicio por corrupción por supuestamente haber recibido un apartamento en el balneario de Guarujá, estado de San Pablo, de parte de la constructora OAS.

Lula el miércoles ganó una pequeña batalla política luego de que el Comité de Derechos Humanos de la ONU aceptara en Ginebra su denuncia por abuso de poder y persecución contra el juez Moro.

Este año fue uno de los más turbulentos de la historia brasileña y también de la vida de película de este nordestino nacido en el umbral de la muerte por desnutrición, que viajó dos semanas en camión para establecerse en San Pablo, donde se hizo tornero metalúrgico y a partir de allí forjó su carrera.

Este jueves, toda su familia está investigada, pero el momento crítico se vivió el 4 de marzo, cuando Moro lo llevó a declarar por la fuerza ante la policía federal y provocó una ola de manifestaciones en el país. "Fui secuestrado durante seis horas", dijo recientemente.

Y Moro impidió que Lula asumiera como jefe de gabinete de Rousseff al divulgar conversaciones telefónicas del ex mandatario en las que criticaba a la Operación Lava Jato por haber golpeado económicamente a las empresas de ingenería que comandan la industria naval y petrolera, y decir que la corte se había vuelto "cobarde".

Según dijo a Télam un vocero del Instituto Lula, el centro de estudios que dirige desde los años 90, el ex presidente tendrá una fiesta reservada a familiares y amigos. En Facebook, Lula dijo que el mejor regalo de cumpleaños fue el video de una estudiante de 16 años que en la Asamblea Legislativa del estado de Paraná denunció el "desmonte del Estado" con la enmienda constitucional que fija un techo del gasto público por 20 años.

Con el 89% de popularidad Lula le pasó la banda a Rousseff, pero luego de una caída estrepitosa de su apoyo popular ahora se posiciona nuevamente para 2018. Una aclaración: sea o no detenido, si es condenado en segunda instancia estará inhabilitado para presentarse a elecciones.

En la última encuesta sobre las elecciones de 2018, Lula lidera en todo los escenarios para primera vuelta, según el tradicional sondeo de la Confederación Nacional de Transporte, aunque en segundo turno aparece perdedor aunque dentro de la margen de un empate con Aecio Neves y la ambientalista Marina Silva.

Además de la causa de Moro, Lula está procesado en otras dos que tramitan en Brasilia: una por supuesta facilitación a la empresa Odebrecht de créditos públicos para invertir en Angola y beneficiar a un familiar y la otra por supuesta obstrucción de la justicia, a partir de una denuncia del ex senador del PT Delcidio Amaral.

Los muñecos de Lula vestido de presidiario que son parte del cotillón de la derecha que protestaba contra Rousseff en las manifestaciones multitudinarias pero también forman parte de la agenda cotidiana que a los 71 años vive el que fue el líder más popular de Brasil y que es, pese a esa imagen, el candidato que sería más votado.

"Mucha gente recuerda los años de prosperidad de Lula, con Brasil saliendo del Mapa del Hambre de la ONU, con la desigualdad en baja y la mejora en la distribución de la renta. Esto cuenta para las personas cuando son alentados a hablar sobre el candidato preferido", dijo el profesor de posgrados de la Universidad Federal de Bahía Camilo Ag

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