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Los escoceses comenzaron a votar el histórico referéndum entre nervios, emoción e incertidumbre

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Más de 4,2 millones de residentes de Escocia mayores de 16 años están habilitados a votar, el electorado más alto jamás registrado, por lo que se espera una gran afluencia de votantes, en torno al 80%.

Los colegios electorales están abiertos desde las 7 (3 de la mañana de Argentina) hasta las 22 hora local y aunque el recuento comenzará justo después, las autoridades prevén que el resultado final se conozca recién mañana.

“Estamos en manos del pueblo de Escocia, y no hay un lugar más seguro en el que estar”, aseguró el líder independentista y principal artífice del plebiscito, Alex Salmond, tras votar esta mañana en Strichen, su pueblo natal, situado en el noreste de Escocia.

“Esto es una vez en la vida y creo que se puede ver en la cantidad de gente que está votando”, agregó.

Del lado unionista, el ex primer ministro laborista Gordon Brown, nacido en Escocia, fue el primero en votar en un colegio electoral de Kirckaldy, una pequeña localidad del condado de Fife, en el centro del país.

Para la consulta fueron habilitados 5.500 colegios electorales en los 32 distritos en que se divide el territorio de Escocia, que en esta jornada crucial amaneció cubierto de nubes y bajo amenaza de tormenta.

El resultado del referéndum se determinará por mayoría simple (la mitad más uno) y el gobierno británico, que respalda la campaña a favor de la permanencia de Escocia en el Reino Unido, se comprometió a aceptarlo.

Los últimos sondeos dieron una leve ventaja de entre 4 y 2 puntos a los unionistas después de que en la recta final de campaña la contienda quedara prácticamente igualada.

El margen es tan estrecho que el resultado es impredecible. Los analistas coinciden que los indecisos, que las encuestas sitúan en un porcentaje que oscila entre el 14 y el 8%, serán los que desequilibren la balanza.

Por lo tanto, en la jornada crucial la incertidumbre es la principal compañera de los votantes escoceses, en cuyas manos descansa la decisión de poner fin a 307 años de historia compartida con el Reino Unido.

¿Debería ser Escocia un país independiente? Sí o No. Ésta es la pregunta a la que enfrentan los ciudadanos escoceses.

En Newington, un barrio residencial del sureste de Edidumburgo, esta mañana los vecinos entraban y salían sin cesar de “Mayfield Salisbury Paris Church”, un anexo de una Iglesia habilitado para la votación.

“Voté ‘No’, pero sigo preocupada”, decía Susan Megan, de 62 años, tras depositar su voto en la urna. Susan explica que no es que ella no quiera un cambio para Escocia, pero enfatiza que “los riesgos de la independencia son demasiado altos”.

“¿Qué pasará con las pensiones si gana el ‘Sí’? se pregunta. “Estoy realmente nerviosa, preocupada, no soy nacionalista, y si gana la independencia estoy pensando en dejar el país”, asegura.

Ewen Gillespie, otro vecino, expresa su inquietud ante la incertidumbre que sobrevuela el referéndum. “Estoy nervioso, temo que tomemos el camino equivocado”, sostiene, después de optar por el “No”.

“Me siento orgulloso de ser escocés y también de ser británico, y principalmente lo que me preocupa es que si gana la independencia Escocia estará unos diez años con problemas económicos, en transición, y no quiero que mis hijos pasen por esa situación de inestabilidad”, explica. No obstante, este escocés cree que gane la opción que gane, "al día siguiente todos trabajaremos unidos para tener país mejor”.

En zonas conservadoras como Newington hay votantes independentistas, de la misma manera que en áreas obreras como Craigmillor, se pueden encontrar unionistas.

Entre los separatistas de Newington, Coli Steven afirma esperar que Escocia tenga un futuro independiente de Westminster para “acabar con la corrupción y las políticas neoliberales que se dictan desde Londres”.

“Estoy muy enojado, espero que gane el ‘Sí’, y si gana el `No' seguiremos luchando”, advierte. “Este no es el final de nada, es el principio de un futuro mejor para los escoceses”, añade este hombre de 52 años en un tono apasionado.

Muchos escoceses afrontan el referéndum con los sentimientos a flor de piel. Jeanette Campbell, entre lágrimas, explica que ante “una decisión tan importante como la de hoy quería estar acompañada por mis hijos para que lo recuerden”. “Quiero la independencia desde los 16 años y tengo 45 años. Quiero que mi país pueda decidir en todo, sobre educación, salud, política exterior, y no dependamos de nadie".

Los partidarios del “Sí” argumentan que los escoceses están ante una oportunidad única de gobernarse a sí mismos y aseguran que tienen recursos suficientes, como el petróleo del Mar del Norte, para ser una de las naciones más ricas del mundo. Los unionistas, por su parte, apelan a la historia compartida y los riesgos que conlleva la separación, sobre todo en lo financiero, por la intención de los independentistas de conservar la libra esterlina pese a la oposición de Londres; y en lo político, por las dificultades de continuar en la Unión Europea (UE).

Lo que está claro es que algo cambiará tras el referéndum. Si vence el “Sí”, Escocia será independiente y comenzará a negociar la transición para separarse del Reino Unido, proceso que durará casi dos años. Y si se impone el "No", los escoceses ganarían mayores poderes de autogobierno, según prometieron los principales partidos británicos, en su último intento por salvar la unión.

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