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Los alumnos 7 puntos

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Hay una clase de alumnos que suelen pasar totalmente desapercibidos dentro del salón de clases por su perfil bajo, eso de andar llamando la atención no es algo que les interese en absoluto.

Además, su rendimiento es regular y parejo y por sus calificaciones que no exceden y ni decaen de lo necesario para aprobar las materias, así de simple.

Esas alumnas y esos alumnos, a los que podríamos llamar como “7 puntos”, nunca se llevará una materia, ni siquiera las complejísimas Matemáticas o Física a diciembre. Ojo que tampoco pretenden las palmas y halagos que reciben los portadores de la bandera en los actos patrios, o aquellos que iban al “cuadro de honor”.

Su amor por el 7 es tal que prácticamente ésa será su nota promedio en todos los años de su paso por el sistema educativo, por eso si baja a un 6 se recupera con un 8. Con este proceder, si se lució con un trimestre con buenas calificaciones, se relajará en el siguiente para no salirse ni un centésimo del promedio de 7, que parece ser el número preferido de estos pibes argentinos.

Ese alumno, además, no se sienta en el fondo, con Fernández & Cía, ese lugar reservado casi exclusivamente a los más revoltosos y aquellos que no son tan amigos del estudio.

Tampoco prefiere los primeros bancos de los adulones de los docentes, de esos que hasta son capaces de regalar una manzana a la profe, como en los viejos tiempos.

Estos alumnos 7 puntos se sienten cómodos en la medianía dentro del aula, quizá cerca de la ventana que da a la calle, o de la puerta del aula, pero nunca lejos del centro geográfico del salón.

Ni muy serios, ni siempre jocosos. Tampoco tendrán una conducta intachable, impropia de cualquier chico o adolescente. Aunque no saben lo que es tener una notificación en la libreta de comunicaciones o sufrir el castigo de las amonestaciones, porque no se pasarán de la raya.

Entre otras conductas evidentes, no serán los líderes del grupo ni sumisos que no alzan la voz cuando es necesario. Igualmente, no estarán entre los mejores deportistas, ni los más troncos. Incluso en los actos escolares no serán ni José de San Martín ni Manuel Belgrano, pero serán más que dignos actores de reparto.

Además, esa regularidad los acompaña a ultranza en la educación superior. Mientras que en sus futuros trabajos también serán de esos que jamás defraudan en su tarea, siendo responsables a ultranza. “A mí me gusta tener muchos alumnos de siete puntos, esos bien parejitos”, asegura, lucidamente, una experimentada docente en una charla de pasillo, y cuánta razón tiene, ¿no?

 

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