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Los 10 años que vivimos sin Roberto Fontanarrosa

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Hace una década fallecía, a los 62 años, el genial historietista y escritor rosarino. Un recorrido por sus personajes y por su pródiga obra literaria

Roberto Fontanarrosa, genial historietista, escritor y guionista de cine, entre otras de sus facetas, falleció el 19 de julio de 2007, hace exactamente una década, a los 62 años, a causa de la esclerosis lateral amiotrófica que le habían diagnosticado cuatro años antes.

El “Negro”, nacido en la pródiga y prolífica Rosario en 1944, integró la tríada de grandes historietistas y humoristas gráficos de su época, junto con Quino y Caloi, aunque quizá pueda sumarse algún nombre más a este selecto grupo.

PASOS INICIALES.

Sus primeros trazos aparecieron a fines de los ‘60 en revista “Boom” de Rosario y luego en “Zoom” y “Deporte 70”. En la década siguiente, pasó a jugar en Primera cuando integró el staff de la revista “Hortensia”, uno de las grandes medios del humor gráfico argentino.

Fue en esas páginas donde apareció “Boogie, el aceitoso”, una sagaz sátira a los marines o los boinas verdes estadounidenses, cuando no había cesado el fuego en la Guerra de Vietman. Además de racista y misógino, el personaje no sentía compasión alguna por los crímenes que perpetraba. Este matón a sueldo llegó al cine en 2009 en un formato de animación 3D.

En “Hortensia” también apareció a fines de 1972 Inodoro Pereyra, un personaje telúrico, quizá con algo de parodia del Martín Fierro. Acompañado en principio sólo por parlante perro Mendieta, un fiel compañero y también un confidente, en la inmensidad de la llanura se fueron sumando otros personajes a las viñetas con el correr de los años. Inodoro Pereyra dejó un tendal de frases antológicas guardadas en la memoria de muchos, también fue adaptado al teatro y al cine.

EL NEGRO COMO ESCRITOR.

Los cuentos de Fontanarrosa merecen un digno lugar en la literatura argentina. Con personajes cotidianos y reconocibles, muchos de ellos ambientados en su Rosario natal y con algunos toques fantásticos, sus narraciones son una excelente pincelada de paisajes urbanos, siempre con el humor como eje trasversal.

También el fútbol, y su querido Rosario Central, aparecen una y otra vez en sus cuentos, incluso con un extraterrestre que suma al plantel del Canalla. En esta temática, su cuento “19 de diciembre de 1971” es quizá la mejor narración futbolera de la historia, más allá del amor por la camiseta que profese cada lector. La temática futbolera monopoliza “Puro fútbol”, una de sus ediciones compilatorias, pero también sirve a veces como un disen sus cuentos había personajes cotidianos y ReconocibLes. parador de otras historias.

El fútbol reaparece en “El área 18”, la más destacada de sus tres novelas, que narra los preparativos de un combinado internacional para disputar un partido épico en el temible Bombasí Stadium.

También dejó marcada su estrella en noviembre de 2004 cuando participó en el Congreso Internacional de la Lengua Española en Rosario. Jugando de local y ante los Reyes de España y un tendal de intelectuales, se despachó con un tendal de malas palabras y con una serie de preguntas retóricas como “¿Por qué son malas las palabras? ¿Les pegan a las otras? ¿Son malas porque son de mala calidad?”.

Al margen de su talento en tantas facetas artísticas y de sus múltiples reconocimientos a su frondosa obra, Fontanarrosa se mantendrá justicieramente por siempre como un personaje querible y entrañable, incluso para aquellos que apenas asomaron la nariz a su obra.

Por Edgardo So

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