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La capacidad sanadora de la palabra en el tremendo universo de "Tebas Land"

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Gerardo Otero y Lautaro Perotti entregan trabajos conmovedores en "Tebas Land", del dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco, que ilumina la capacidad sanadora de la palabra, a través de un recorrido por la figura del parricidio y los vericuetos de la representación teatral, con una potente dirección de Corina Fiorillo, viernes y domingos, en Timbre 4.

Un dramaturgo, interpretado por Perotti, se arriesga a mantener visitas a un joven parricida, en la piel de Otero, con el objetivo de concretar un futuro montaje que él intuye impactante, inspirado en el mito de Edipo.

Las entrevistas siempre vigiladas a distancia persisten en un encuadre espacio temporal: la cancha de básquet de un penal, a las cinco de la tarde, un cruce entre sesión de psicoanálisis y desesperado intento de edificar una zona de encuentro entre dos universos aparentemente tan distantes entre sí.

Uno de los mundos, el del intelectual, aparece dotado de diversas posibilidades de expresión simbólica, mientras que los días del recluso están signados por el abandono y la enfermedad que se atisban en su imposibilidad de disponer del lenguaje.

Como en la tragedia constitutiva del ser humano el número 2 encierra un 3, otro personaje integra la trama, ya que Otero despliega un doble rol: preso y actor encargado de representar al homicida en prisión.

Un jaulón-cancha, las rejas entre los cuerpos, los físicos en su intento de atravesarlas se alternan en esa construcción precisa y sensible propuesta por Fiorillo, donde los actores se mueven en los intersticios, sobre los bordes de la palabra para trazar una suerte de coreografía minuciosa: por momentos, ofician como equilibristas quietos sobre la soga y, en otros pasajes, parecen desplazarse como dos bailarines arrojados a la tragedia y al amor, subrayados por una iluminación generosa.

Otero ofrece su cuerpo -literal- y se desdobla en dos personajes diferentes, sólo apelando a los cambios en su corporalidad, las inflexiones de su voz y como público se logra percibir a los dos criaturas diferentes, aunque iguales en su caudal sensible y brilla en ambos roles.

Perotti, en la piel del escritor también se duplica y rompe la cuarta pared para enunciar vivencias a la platea e implicarla en su derrotero de incertidumbre y compromiso, en una composición que se aventura por el paraje de los claroscuros e inquieta y conmueve.

La puesta apela a diferentes recursos desde las proyecciones hasta una pizarra magnética y la dirección los ubica en el punto justo para ayudar a contar la historia más primitiva: la posibilidad de acceso al lenguaje como dador de sentido.

Las referencias a Freud, Dostoievsky, Passolini o Maupassan, entre otras, parecen cumplir la misma función: contraseñas invitadoras a la curiosidad, ayuda memoria para algunos, pero bordadas de tal modo en la narración que quienes las desconozcan, permanecen dentro del juego.

Tebas es una experiencia de borde, de silencios, de miradas de dos hombres que son tres, pero que se despliegan en cientos para interpelar a la institución familiar patriarcal con sus réplicas en la cárcel, los discursos de la salud mental y los medios de comunicación.

La puesta, con su música a Mozart, piques de pelota y rejas, junto a las fotos soberbias, lejos de mirarse en el espejo de sus señalamientos sociales, los trasciende y se convierte en una obra de amor a pesar de todo, porque cuando se da lugar a la palabra el encuentro sucede.

"Tebas Land" puede verse los viernes a las 20.45 y los domingos a las 19.15 en Timbre 4 (México 3554, Capit

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