Espejitos de colores

.

Las expectativas de reactivación carecen de fundamento. Pese al optimismo que intenta contagiar la Casa Rosada ningún indicador oficial permite asegurar que la economía ha salido definitivamente de la fase de estancamiento en la que se encuentra perdida desde fines de 2011.

Por Nicolás Sagaian

La oscilación del PBI no implica que la Argentina haya salido inmediatamente de su letargo. Para afirmar que la economía ha comenzado a funcionar se requieren varios meses de expansión que lleven los índices por encima del nivel que tenía en septiembre de 2011 más dos puntos porcentuales.

No basta con que algunos sectores clave empiecen a mostrar una reacción en comparación a los datos de 2016, sino que es necesario tener una base razonable para pronosticar que la actividad va a tener continuidad, las inversiones van a empezar a volcarse con fluidez y el empleo crecerá.

Hasta ahora si prestamos atención a cualquiera de esos tres ítems no muestran un escenario favorable. Si bien la construcción y la industria empezaron a despegar, el trabajo formal en el sector manufacturero dejó de crecer a fines de 2011 y empezó a contraerse sistemáticamente desde fines de 2015.

El empleo industrial registrado hoy es un 5% menor que el máximo alcanzado a fines de 2013. El grueso de la retracción ocurrió en 2016 y en lo que va de 2017, se observa cierta desaceleración en el ritmo de caída, pero no hay signos claros aún de reversión. La entrada de inversiones extranjeras directas (IED) por su parte se redujo un 64% en Argentina en 2016, según datos de la Comisión Económica para América Latina (Cepal).

De los US$167.043 millones que América Latina recibió, Argentina cosechó 4.229 millones, apenas poco más del 2,53% del total. No deja de ser un dato curioso dado que la lluvia de inversiones fue la bandera principal con la que asumió Cambiemos y la justificación del Gobierno para implementar medidas que recalentaron la inflación, el deterioro del poder adquisitivo y la crisis en muchos sectores.

El diagnóstico de la reactivación, en este contexto, no debe entrar en el territorio de la grieta. El análisis debe ir más allá de lo político y focalizarse en lo que es importante que es el futuro de nuestro país. Si no, volverán a pasar cuatro años otra vez y la economía argentina cambiará poco y nada. Bastantes desajustes se acarrean desde hace varias décadas, para quedarse solo en los globos y los espejitos de colo

Temas Relacionados