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Egberto Gismonti: "El escenario es el mayor momento de libertad de mi vida"

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“Me pasa una cosa curiosa, en Buenos Aires, algunos estados de Brasil y lugares como Japón adonde voy a tocar una y otra vez y es que de algún modo reconozco a la gente del público, no es que sepa sus nombres pero de alguna manera sus rostros me resultan familiares", señaló el músico.

El músico brasileño Egberto Gismonti ofrecerá hoy y el sábado dos conciertos en la Sala Sinfónica del CCK, el primero de ellos interpretando músicas propias junto a la Orquesta de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, mientras que el segundo ofrecerá un show solista.

Convertido en uno de los máximos referentes de la música latinoamericana de las últimas décadas y dueño de un personalísimo estilo que cobija en sus diversos trazos lo popular, lo académico y la modernidad, Gismonti llegó a Buenos Aires el lunes pasado y desde entonces ensaya con la Juan de Dios Filiberto para el concierto de mañana.

“No me interesa tanto que manejen a la perfección la partitura, eso lo pueden hacer sin problemas, lo que necesito es que estén más sueltos, más leves, menos rígidos, sin tantas responsabilidades y más comprometidos con el momento”, aseguró el músico caminando por los pasillos del centro cultural de Sarmiento 151, antes de arrancar la entrevista con Télam, donde hablará sobre sus padres y sus herencias musicales, la importancia de seguir tocando en vivo y las diferencias y similitudes de tocar con orquesta o solo.

Con 70 álbumes publicados, uno de ellos, “Dança das Cabeças” con más de un millón de placas vendidas, y otros legendarios como “Magico” (1979), “Circense” (1980) o “Zig Zag” (1995), Gismonti asegura que “el escenario es el máximo momento de libertad” de su vida y que nunca planeó grabar álbumes ni le interesó vender discos.

“Me pasa una cosa curiosa, en Buenos Aires, algunos estados de Brasil y lugares como Japón adonde voy a tocar una y otra vez y es que de algún modo reconozco a la gente del público, no es que sepa sus nombres pero de alguna manera sus rostros me resultan familiares y de pronto veo en la platea familias donde hay gente de mi generación, sus hijos de 30 años y niños de entre 5 y 10, entonces tengo una pequeña fórmula, los miro y sonrío, si sonríen juntos entonces sé que es una familia que ya conoce mi música”, dijo.

Télam: ¿Cuán importante es para usted el escenario?

Egberto Gismonti: El escenario es el mayor momento de libertad de mi vida, cuando entro a una sala, no importa la cantidad de gente que haya, miro a las personas que están sentadas y pienso que antes de eso estaban en la fila para entrar al teatro y antes en sus casas planeando el concierto y ellos sonríen como diciendo “acá estamos dándote nuestro tiempo de vida”. Hoy les dije a los músicos de la orquesta, cuando entremos mañana en el escenario, por favor, miren al público y consideren que ellos nos están dando su tiempo por lo tanto no puede ser menor nuestro reconocimiento hacia ellos, tenemos que hacer lo mejor posible por respeto a ese tributo que nos entregan.

T: ¿Eso lo motiva a seguir girando y tocando con 70 años?

EG: Existe un pensamiento que dice que hay una línea del horizonte, un destino, y que seguir eso nos pone en movimiento; mi línea del horizonte es la gente que viene a ver un show, cuando entro en un escenario y recibo una recepción de amabilidad, de benevolencia, me siento deudor con ellos y obligado a dar cosas a cambio, aunque el dinero me gusta, yo ya no necesito tocar para ganar dinero, nunca vine a vender discos ni nada, lo que quiero es mantener esta llama de mi vida, encontrar personas que sin una razón excepto el impulso de la propia vida reciban la música que yo hago como algo que necesitan. Yo nunca trabajé para vender discos, ni uno, no hago eso en la vida, cuando me dijeron de grabar fui grabando, así grabé 70 pero nunca pensé “ahora voy a hacer un disco sobre tal y cual cosa”, nunca, yo tengo la conciencia de que el escenario es el lugar más importante del mundo para mí, es un universo que me fue dado como destino.

T: ¿Qué diferencias hay entre los dos conciertos que va a ofrecer en Buenos Aires, uno con orquesta y otro solo?

EG: En realidad, son situaciones muy parecidas, si fuese una cosa ocasional tocar con orquestas como era para mí hace 15 o 20 años quizás fuera diferente pero yo en la actualidad toco con siete u ocho orquestas por año y entonces la libertad que tengo tocando solo es la misma que tengo tocando con las orquestas, la dificultad con las orquestas para comprender lo que yo toco no es la partitura sino qué hacer con esa partitura dentro de ese solista compositor que sale de la partitura pero sabe volver a tiempo para que todos puedan seguirlo, porque yo en mi parte solista salgo tocando libremente y vuelve un poquito antes para que los demás puedan entrar a tiempo; así las cosas terminan siendo una cosa muy parecida a la otra.

T: Siempre remarcó la importancia de la herencia familiar a la hora de hacer música para usted, que su padre lo motivó a tocar el piano y su madre la guitarra, sin embargo da la impresión de que su guitarra es dionisíaca, volcánica, masculina y su piano es femenino, maternal, aéreo.

EG: Es una observación muy acertada, el piano a pesar de ser un instrumento con mayores posibilidades rítmicas, que al final es un instrumento de percusión en el que algunos baten las cuerdas desesperadamente, tiene una dinámica capaz de dominar una orquesta sinfónica entera sin amplificación o tocar como una pequeña armónica, el piano tiene dinámicas para eso y solamente las mujeres pueden hacer eso, hay que tener un viente que pueda dar a luz para conocer ese espectro inmenso de posibilidades; si comparamos el hombre con la mujer, el piano es un instrumento que tiene útero como las mujeres, la guitarra no, piensa menos, es un instrumento masculino, está y no está, tiene menos obligaciones. Concuerdo plenamente que el piano es femenino. Yo recuerdo a mi padre, era un árabe que hablaba mal el portugués, confundía los artículos y decía “minha filho va a tocar un instrumento aristocrático” (minha es femenino), por el piano, y mi madre decía “va bene el piano forte ma donde está la serenta, guitarra”, y entonces yo estudié guitarra porque mi madre me lo pedía.

T: El manejo de la polirritmia y el aspecto narrativo de sus composiciones son otros de los aspectos que impactan a quien sigue su música.

EG: Cuando estoy tocando de pronto pienso en otra historia y si la concentración es lo suficientemente buena logro que haya dos músicas aconteciendo al mismo tiempo, algo que es muy divertido y que da una sensación de fragilidad inmensa, es como si uno estuviera en un precipicio fingiendo que no pasa nada. En cuanto a lo narrativo es un rasgo de mi música, los títulos de todos los discos que hice en los últimos 40 años están relacionado con historias acontecidas dentro de Brasil, para mí el relato es fundamental para hacer música.

“Obertura”, “Águas & dança”, “Lundu”, “Dança dos escravos”, “Bodas de Prata”, “Quatro cantos”, “7 anéis”, “Forrobodó”, “Música de sobrevivencia”, y “Frevo”, conforman el repertorio del viernes, concierto en el que Gismonti oficiará de solista invitado junto a la Orquesta de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, dirigida por Luis Gorelik; mientras que el sábado tocará sin un programa definido ejecutando guitarra (10 cuerdas de nylon y 12 cuerdas de acero) y pi

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